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Amores ciegos: Cuentos
Amores ciegos: Cuentos
Amores ciegos: Cuentos
Livre électronique78 pages5 heures

Amores ciegos: Cuentos

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À propos de ce livre électronique

Una vieja fotografía en blanco y negro sirve de base para que el autor, Marcos Rivero Mentado, eche la vista hacia atrás en el mundo de los recuerdos. Recuerdos, retazos de historias reales o ficticias que se mezclan con la creatividad de este escritor polifacético que nos trae un mundo lleno de sensibilidad, de rincones del alma, rincones que como sus protagonistas van perdiendo la vista o quizás la capacidad de ver más allá de lo real y la propia vida.

SOBRE EL AUTOR

Marcos Rivero Mentado, nació en Las Palmas de Gran Canaria en el año 1969. Después de pasar por varios estudios universitarios, se licenció en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, en el año 2001. Se especializó en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid, en el año 2005. Ha sido Archivero y Documentalista, Museógrafo, Catalogador de Bienes Culturales, Comisario de Exposiciones de Artes Visuales y compagina su perfil como Gestor Cultural con la fotografía artística. Su relación e inquietud por la literatura, le viene desde su adolescencia, primero a través de la poesía y luego la novela. En estos últimos años ha asistido a talleres de escritura creativa con algunos de los más destacados escritores y poetas canarios.
LangueFrançais
ÉditeurEl Drago
Date de sortie10 avr. 2020
ISBN9788412133660
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    Aperçu du livre

    Amores ciegos - Marcos Rivero Mentado

    AMORES CIEGOS

    ÍNDICE

    EL FOTÓGRAFO CIEGO

    EL MASAJISTA CIEGO

    EL HOMBRE QUE LEÍA EN LAS SOMBRAS

    EL PIANISTA CIEGO

    EL AMOR QUE CIEGA Y NOS VUELVE ESPECTROS

    LA OSCURIDAD DEL PSIQUE

    EN MEMORIA DE MI ABUELO

    AGRADECIMIENTOS

    Índice

    El fotógrafo ciego

    El masajista ciego

    El hombre que leía en las sombras

    El pianista ciego

    El amor que ciega y nos vuelve espectros

    La oscuridad del psique

    En memoria de mi abuelo

    Agradecimientos

    Marcos Rivero Mentado

    Amores ciegos

    Marcos Rivero Mentado

    Amores ciegos

    Amores ciegos

    © de los textos, Marcos Rivero Mentado

    © de la fotografía del autor, de portada y fotografías en interiores, Marcos Rivero Mentado

    Ediciones El Drago

    www.edicioneseldrago.com

    info@edicioneseldrago.com

    Edición permanente, 2019

    ISBN: 978-84-120930-6-3

    DL: M-32551-2019

    Diseño y maquetación: Montaña Pulido Cuadrado

    Impreso en España – Printed in Spain

    Impreso en papel reciclado –

    Se garantiza que el papel empleado en este libro proviene de bosques sostenibles, y que la pasta de papel no ha sido tratada con cloro para el proceso de blanqueamiento. El cloro es un elemento muy contaminante y los desechos del proceso de cloración de la pasta de papel arrojan al medio residuos altamente contaminantes. Además, este papel ha recibido la certificación como producto ecológico por parte de la UE.

    La reproducción parcial o total de este libro, mediante cualquier medio, vulnera derechos reservados. Queda prohibida toda utilización del mismo sin el permiso previo y explícito de los editores.

    Hay amores ciegos, amores cegados, amores que producen ceguera,

    pero en algún momento hay resquicios de luz, determinación y

    salida de entre las sombras...

    EL FOTÓGRAFO CIEGO

    —Siéntate junto a la ventana. ¿Qué luz hay en estos momentos? Espero que al menos esté soleada la tarde. Tú solo dime qué ves, cómo sientes esa luz vespertina y luego te diré los parámetros necesarios para usar la cámara —me dijo Carlos mientras me sentaba junto al ventanal. El día estaba soleado y eran las cinco de la tarde, había corrido las cortinas para que tamizara los rayos del sol. A Carlos le gusta jugar con la luz natural, detesta los focos, toda la parafernalia del estudio y siempre ha admirado a Duane Michals. Desde hace unos años tiene la misma cámara, no desea complicarse la vida con aparatos caros y de gran precisión, siempre ha pensado que, para captar la luz, solo hay que manejar los recursos técnicos necesarios, enfocar, componer y disparar. Sin embargo, desde que los médicos le dijeron que se iría quedando ciego por culpa del glaucoma, le ayudo a hacer sus fotografías cuando me pongo de modelo.

    —La luz es ahora tenue, cariño. He corrido la cortina de la ventana y he entrecerrado los postigos para reducir esa incidencia solar. Creo que estoy preparado, siéntate tú donde estoy yo y dime que tengo que hacer exactamente.

    Carlos ya ve demasiado borroso, el diagnóstico del oftalmólogo ha sido definitivo, no hay marcha atrás, si se lo hubiesen pillado a tiempo, hubiese recuperado parte de la vista. Le ayudé a sentarse, miró de frente hacía el infinito, ese horizonte nublado que se estaba acostumbrado a percibir.

    —Pon el diafragma en 1.8 y el ISO a 200. Creo que es suficiente para esta primera toma. Enfócame bien, intenta poner el punto rojo entre mis ojos o en una parte de mi cara donde la luz sea más determinante. Luego, ponte tú en el sitio que yo accionaré el disparado —se levantó de la silla y se echó a un lado, me senté desnudo y cuando le dije que estaba preparado, accionó el botón. Lo hicimos dos veces por si acaso y luego me acerqué a la pequeña pantalla de la cámara para analizar el resultado.

    —¿Cómo han salido, Oscar? – me preguntó mientras me ponía el batín y veía las dos primeras fotos de la sesión.

    No entiendo mucho de fotografía, lo poco que sé lo aprendí gracias a Carlos y he ido aleccionándome más con las clases teóricas que me dio en su momento. Carlos fotografía casi de manera intuitiva, con la memoria, aunque lo ve todo borroso, aún siente los cambios y matices lumínicos. De hecho, solían gustarle mucho los retratos de John Dugdale, un fotógrafo neoyorquino que perdió la vista por culpa de una enfermedad derivada del sida. Dugdale tiene una cabaña en New Jersey donde se retiró para hacer sus retratos, sus bodegones y autorretratos. Trabaja el cianotipo y sus creaciones, en azul prusiano tienen una intemporalidad, un misticismo que sobrecoge el alma. Su familia, amigos y alumnos son sus operarios, Dudgale se anticipa siempre a la belleza pues la plasma en su mente antes de ser velada en el proceso químico.

    —Creo que ha salido un poco sobreexpuesta, igual debería cerrar un poco más los postigos o cerrar un poco más el diafragma

    La verdad es que a veces, la terminología técnica se me olvida, pero Carlos siempre me anima a seguir ensayando con él. Me dice constantemente que yo soy sus ojos y su luz cuando en realidad, la siente, con los ojos de su alma. Él siempre me dice cómo debo ponerme, en que postura, se lo imagina y compone con los ojos cerrados, quiere acostumbrarse a hacerlo para que el día de mañana pueda seguir con su trabajo.

    —No importa, déjala como esta. No la borres. Probemos como lo dices tú. Quiero que sigas, pero esta vez, me gustaría que me hicieras un retrato. Luego nos pondremos los dos juntos.

    Carlos solía hacerse

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